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Fotos de José Manuel Soto de la Ruta de Cádiz.

Crónica y primeras fotos de la Ruta de Cádiz: Fernando Quiñones

CRÓNICAS DE FERNANDO

La idea de la Ruta surgió en torno a las celebraciones del vigésimo aniversario del fallecimiento del escritor gaditano Fernando Quiñones († 1998), efeméride que ha coincidido con el 50º aniversario del nacimiento del festival de cine “Alcances” (1968), concebido y parido por el autor de Las mil noches de Hortensia Romero.

Con el entusiasta apoyo del Equipo de Actividades Culturales de la UNED pusimos en marcha esta Ruta temática en torno a la vida y obra de este autor. Es la tercera que el Centro Asociado de la UNED de Cádiz organiza: en el 2012 dedicada al Bicentenario de Las Cortes de Cádiz de 1812, y en el 2014 al escritor Caballero Bonald.

La participación ha sido de 35 personas de diversas procedencias. El contingente mayor procedía de Madrid, pero hemos tenido la suerte también de compartir vivencias con personas de Barcelona, Tenerife, Granada, Adra (Almería), Orihuela (Alicante), Almadén (Ciudad Real), Sevilla, Puerto Serrano (Cádiz), Chiclana de la Frontera (Cádiz) y Cádiz ciudad.

El sábado 29 la concentración de “ruteros” fue en la sede del Centro Asociado, ubicado en la Plaza de San Antonio, donde hubo palabras de bienvenida a cargo de la Coordinadora de la Ruta, Rocío Martínez, y del Director del Centro, Manuel Barea. Se entregó un pequeño dosier con información sobre las ciudades de Cádiz y Chiclana, y extractos de algunas de las obras de Fernando Quiñones, editado por la Unidad Técnica de Actividades Culturales de la UNED.

Se visitaron, por este orden: la plaza de San Antonio, flanqueada por soberbias casas de estilo neoclásico e isabelino; a continuación, la iglesia parroquial de San Antonio, el Oratorio de San Felipe Neri -vinculado con las Cortes de Cádiz de 1812-, el Museo de Las Cortes (maqueta de Cádiz de 1779 y cuadro de Proclamación de la Constitución de 1812), el Gran Teatro Falla (sede de los Festivales de Alcances, de estilo neo-mudéjar), el Espacio Quiñones (donde hubo lecturas a cargo de sus gestoras), vistas de la playa de La Caleta (muy unida al universo literario del autor) y se cerró la jornada matinal con un almuerzo en la “Peña Juanito Villar”, uno de los templos del flamenco gaditano.

Tras el merecido descanso, la jornada continuó en el Salón de Actos del Centro Asociado, ideal para mitigar el calor gaditano. Tuvimos la suerte de que nos acompañase Mariela Quiñones Consolani, hija del escritor. La sesión comenzó con una breve semblanza sobre la importancia de Fernando Quiñones en el panorama literario nacional, con mención de algunos de sus premios más importantes. Se mostraron fotos a modo de biografía visual, que fueron comentadas por su hija, dando un toque humano y vivencial a las explicaciones, con anécdotas impagables de la trayectoria humana y personal de Fernando Quiñones. El acto finalizó con una lectura de textos a cargo de Mariela. Hubo foto final en el Centro para recordar este entrañable e inolvidable momento, con el que se cerraban las actividades del sábado.

El domingo los ruteros nos trasladamos a Chiclana de la Frontera, localidad de nacimiento de Fernando. Allí, en la Fundación que lleva su nombre, fuimos recibidos por su gestora, Mari Ángeles. Nos introdujo a la vida y obra del autor, nos mostró las salas dedicadas al mismo y finalmente leyó fragmentos de Las mil noches de Hortensia Romero y de uno de los relatos incluidos en la colección Tusitala.

Bajo el “arquillo del reló” descendimos a la alameda del río Iro, ahora en bajamar, y nos volvimos a concentrar en la bodega “La Cooperativa”, otro templo, este del vino fino chiclanero. Allí, la sabia docencia de su Presidente, D. Manuel Manzano, nos sumergió en el arte de la enología y la viticultura, explicándonos los procesos por los que el mosto de la uva llega a convertirse en esos preciados caldos que son el vino o el vinagre. Los olores eran penetrantes. Finalmente hubo degustación del Fino “Chiclanero”, Cream “Sarmiento” y del Moscatel “Don Matías”. Brindis final como colofón de esta magnífica visita. Hubo compras en la tienda de la bodega, la calidad de los néctares bien lo merecía.

El bus nos trasladó al Centro de Recursos Ambientales “Las Salinas de Chiclana” ubicado en la salina Santa María de Jesús, en medio de un paisaje de salada llanura mareal. Aquí pudimos conocer el arte salinero: cómo el agua del océano atlántico penetra con las altas pleamares en un laberinto de esteros, lucios o vueltas de agua, vueltas de retenida, tajerías y tajos para que la sal vaya evaporándose hasta producir cristales o escamas que se recogen en cuatro cosechas anuales. Además, estos estanques salados naturales son el hábitat de cangrejos “violín” (las famosas “bocas de La Isla”), anguilas, bailas, robalos, doradas, lenguados, lisas, almejas, camarones…, y dan vida a una nutrida colonia de aves de marisma (garcetas, avocetas, flamencos, gaviotas, chorlitejos, cormoranes, águilas pescadoras, alcaudones, etc.). Aquí nos dieron de yantar y pudimos degustar el sabroso “pescao” de estero.

Tras unas palabras finales de agradecimiento a los participantes en esta Ruta Literaria –sin los cuales no hubiese sido posible- regresamos de nuevo a Cádiz desde donde “cada mochuelo voló a su olivo”.

CRÉDITOS

UNED – Actividades Culturales
Oratorio San Felipe Neri (Cádiz)
Delegación de Cultura del Excmo. Ayto. de Cádiz
Personal del Gran Teatro Falla (Cádiz)
Espacio Cultural “Fernando Quiñones” (Cádiz)
“Peña Juanito Villar” (Cádiz)
Mariela Quiñones Consolani
Personal del Centro Asociado UNED Cádiz
Fundación “Fernando Quiñones” (Chiclana)
Bodega Cooperativa (Chiclana)
Centro de Recursos Ambientales “Las Salinas” (Chiclana)
Viajes Rico
Y a todos los “ruteros” que nos han acompañado con un espíritu positivo, colaborativo y plenos de interés por esta apuesta literaria. Ellos son los verdaderos protagonistas.

 

Manuel Barea Patrón
30 septiembre 2018

Texto y algunas fotos de José Manuel Soto de la Ruta de Palencia

Texto leído por José Manuel Soto durante la comida de la ruta palentina:

LA MONTAÑA DE DIOS, LA MONTAÑA PALENTINA

Cuando hace unas semanas, Manuel me llamó y me pidió que hablara después de él en ésta comida y dije que sí, pensé que siempre quedaba la posibilidad de que el horario de un Ave o el anuncio de unas obras en la carretera de vuelta, cómo la última vez que estuvimos en estos salones, me librara de beber este cáliz.

Pero parece que no, que este año podremos completar el acto sin incidentes, ni tener que salir corriendo dejando los cafés sobre la mesa.

Es que esto de hablar en público no es lo mío, y eso que profesionalmente lo he tenido que hacer en alguna ocasión. Siempre en las presentaciones que hacemos me quedo con el regustillo de no haber expresado suficientemente lo que pienso en ese momento.

Pero estamos aquí nuevamente, ésta es la quinta vez que comemos en este restaurante, en las rutas por el Románico palentino y aún queda románico para dar y tomar.

Hace unos días, el 19 de abril, se cumplían diez años de la primera ruta que se hizo por estas tierras, diez años en que la alcaldesa de Paredes de Nava recibió a los participantes en la 3º ruta que el equipo de Actividades Culturales, con Mercedes, Rocío y todos los demás, no muchos más, organizaban como vehículo para la difusión de la lectura, el arte, los autores, la historia y nuestras tierras.

Y ya vamos por la cuarenta y cuatro, dentro de seis, la ruta número CINCUENTA.

En estas cinco rutas por estas tierras, hemos descubierto una de las mayores concentraciones de Románico de Europa, del mundo.

El recorrido que el Camino de Santiago hace por Palencia, ha dejado sembrados multitud de monumentos que nos traen el recuerdo de otra época, pero que se mantiene viva.

Nos han descubierto lugares como Carrión de los Condes, San Martín de Frómista, Santa María la Blanca de Villalcázar de Sirga, San Andrés del Arroyo, la Iglesia rupestre de Olleros de Pisuerga, la Iglesia de San Eufemio de Cozuelos, el Monasterio de San Andrés del Arroyo. Hemos visitado varias veces la Colegiata de San Pedro de Cervatos, descubriendo sus particulares canecillos.

Y descubrimos Palencia, su Catedral, gótica, larga, una de las más grandes de España, sobre restos visigodos que nos esperaban en la Cripta de San Antolín, pero sin una fachada principal, y dónde, contemplando el retablo de Juan de Flandes, alguien nos dijo que: “los palentinos somos muy flamencos”.

Y no nos faltó descubrir que también los romanos dejaron su impronta, visitando las excavaciones de la Villa romana de La Olmeda, creo recordar que unos días antes de que estas excavaciones fueran inauguradas por la reina Sofía, nos adelantamos a ella, cómo esta vez con la exposición de las Edades del Hombre.

Y hemos visitado varias veces, en Aguilar de Campoo, Santa María la Real, hemos ido viendo la evolución de su restauración y su puesta en valor,

«Hasta una ruina puede ser una Esperanza».

Sede de la fundación que lleva su nombre, del Centro de Interpretación del Románico. Y cada vez que pienso en ella, no puedo dejar de imaginarme a Peridis hablando del románico en sus programas de televisión.
Pero también sede de la UNED en estas tierras.

No podemos olvidar la gastronomía, recia y fuerte. En todas las rutas con algo particular, pero también con la tradición del fin de fiesta en este restaurante en el que estamos.

Recuerdo muy vivido es el de la comida en el Mesón de los Templarios, en Villalcázar de Sirga, dónde fuimos recibidos a la puerta por el mesonero Mayor, Pablo, quién nos recitó la carta de bienvenida al son de la dulzaina y del tamboril. Lugar en el que degustamos los manjares típicos del cerdo cómo entrante y un cordero asado que nos fue llevado a la mesa en andas, bailado por los camareros, con más música, y todo ello servido sobre las propias hogazas de pan abierto a modo de platos.

Terminamos aquella mítica comida –los que estuvimos no la hemos olvidado- al son de dulzaineros castellanos, cantando a la tía Melitona, gracias a los efluvios del “licor del peregrino” y a la “premeditación” de Manuel al haber llevado y repartido las correspondientes chuletas con el texto:

La tía Melitona ya no amasa el pan
Po que le falta el agua, la harina y la sal
Y la levadura la tiene en Pamplona
Por eso no amasa la tía Melitona
Y la levadura la tiene en Pamplona
Por eso no amasa la tía Melitona

Y aquí termino, nos queda aún materia para seguir descubriendo estas tierras, sus monumentos, sus gentes, su gastronomía, que las Rutas sean siempre el aperitivo para que nosotros las sigamos descubriendo y mostrándoselas a los que vengan con nosotros.

Que nos sirvan para “abrir boca”, que aprovechemos la mano de los escritores a los que seguimos y los hechos históricos que descubrimos para aprender y enseñar.

Y, por supuesto, dar las gracias a los que habéis hecho posible este ambiente, a ti Manuel, por tu amor por la historia y por estas tierras, y por tu humor,
A ti Rocío, por todo lo que has dado por ellas y por la gestión.
Y a ti Mercedes, por habérsete ocurrido y haberlas encauzado enfrentándote a muchos inconvenientes en momentos duros y por seguir en ellas.

Y por supuesto, a toda la gente que os ha acompañado en este proyecto durante éstas CUARENTA Y CUATRO rutas.

Para refrescar mis recuerdos y llegar a aquellos que yo no viví he recurrido al libro Rutas Literarias (Uned 2011) de Leonor García y María Peñuela.

Más fotografías de la Ruta de Palencia.

Fotos de la ruta artística y cultural por Palencia

TÁmara de campos

Iglesia de San Hipólito el Real,  una de las más hermosas y desconocidas iglesias de Palencia.

valdeolea

Comida en «Casasola» en medio de la primavera palentina.

San pedro de Cervatos

Siglo XII. El románico erótico.

Olleros de Pisuerga

Iglesia de los Santos Justo y Pastor, uno de los mejores ejemplos de la arquitectura rupestre, y sus magníficos alrededores.

iglesia de Santa Eulalia.

Siglo XIII. Barrio de Santa María.

Realmente sí que es una joya del románico palentino. Excelentes pinturas murales.

Aguilar de Campoo

Monasterio de Santa María la Real. Siglo XII.

Museo del románico.

Última comida

Última comida. Hotel Valentín. Aguilar de Campoo.

Y hasta la próxima ruta…

REPORTAJE RUTA RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA, FERVOR DE MADRID

RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA, FERVOR DE MADRID

Por Rocío Martínez Santos

Mañana de sábado desapacible y lluviosa, pero sólo al principio.

Guillermo Laín, profesor de Literatura en la UNED, experto en R. Gómez de la Serna( y trabajador convencido de la obra y la figura  de Umbral) nos puso en situación a la entrada del Museo de Arte Moderno con una primera y sustanciosa aproximación a la obra, a la que siguió la visita al reconstruido despacho del escritor en la parte más alta de ese mismo museo; repasó pormenorizadamente algunos de los singulares objetos allí expuestos  y se refirió a la tensión entre el acendrado madrileñismo del autor y su no menor cosmopolitismo. Comenzó a desarrollar la implicación de Gómez de la Serna con las vanguardias y su muy  poco reconocido papel en las mismas. Ahí explicó su –luego-  muy aplaudida idea (la de Guillermo) de introducir algún que otro gazapo en cada uno de los comentarios,  y premiar al afortunado descubridor con un Kit-Kat; los ruteros, más o menos recién desayunados, no se tomaron grandes molestias. Al principio.

De allí nos dirigimos andando a la casa natal del escritor en un barrio, burgués en la época, del que salió pronto. Guillermo Laín hizo un retrato sociocultural –retrato que alargó y enriqueció durante toda la ruta- de la época y del autor.

Continuamos hacia la Plaza de Ópera y, entre greguerías y comentarios asistimos al cambio de guardia frente al Palacio Real (que no, que no estaba pactado) ;  y como no estaba lejos, cruzamos hacia  Las Vistillas, y hubo fotos y más fotos, y risas y lecturas. Y como seguía sin estar lejos…callejeamos hasta El Rastro, y  doy  fé de que el comentario y las lecturas que realizó al pie de la estatua de Cascorro fueron seguidos con inusitado interés (a esas alturas el Kit-Kat comenzaba a ser un bien codiciado). Pero no acabó ahí la cosa puesto que el taimado Laín consiguió arrastrarnos hasta  Sol e interesarnos en su explicación sobre la zona de uno de los hitos gomezsernianos: el Café Pombo, que debió su postrero esplendor al interés que se tomó en ello el escritor  (aquella añorada tertulia del Pombo…) . Hay que anotar que  el gazapo sobre la presencia de Franco en la tertulia fue muy aplaudido. Los ruteros más avezados hicieron desde allí mismo un “avistamiento” de Lhardy.

Con la comida llegó el ansiado descanso: tuvieron lugar las consabidas “puestas al día”, los comentarios sobre lo visto y oído en la mañana, los saludos y las informaciones sobre ruteros ausentes, las fotos de nuestro  Rutero-Gráfico, José Manuel Soto… y al que más y al que menos le costó abandonar el cálido refugio del restaurante para enfrentarse a un cielo, ahora sí que  ya, decididamente amenazante.

Pero esta vez sí era verdad: el Teatro Lara estaba allí mismo, y allí mismo, de la mano de dos magníficos actores, Patricia Estremera y Alfonso Mendiguchía, comenzó una visita guiada –teatralizada- por la que navegamos, desde el magnífico Palco Real  -rojo y dorado- hasta el mismísimo escenario;  un magnífico viaje que  transcurrió por las tripas del edificio –madera y metal-  , por angostos pasadizos, por pequeñas salas y abigarrados camerinos (todavía con los rótulos de los  grandes nombres del pasado), desembocando en bambalinas y saliendo, todos a una, al escenario ( vista de la deliciosa bombonera que es el Lara, sin público). Un privilegio.

Y ya con  los ruteros como único público, Guillermo Laín se paseó por el escenario comentando, entre otras cosas, la relación del escritor con el Lara, (¡y descubrimos  que el propio Laín había estrenado  en ese teatro! ).

El cierre del sábado tuvo lugar, ahora sí, bajo la lluvia, en los bajos del Ministerio de Cultura recordando la historia del viejo circo teatro Price, en pleno Chueca.

El domingo de nuevo  amaneció lluvioso.

En Escuelas Pías recibía a los ruteros la directora del Centro Asociado, Amelia Pérez Zabaleta (que propició y albergó esta ruta) . Guillermo –todos al fin sentados  en un entorno relajado y propicio- pudo referirse algo más extensamente al personaje, pasar revista al plano más sociopolítico de la época, referirse a lo que significó, en la España de la época,  la aparición de una cierta  burguesía (a la que pertenecía nuestro escritor) y comentar aspectos relevantes de su vida (su singular  historia sentimental, los  viajes a París, el exilio final…) y de su obra; pasó por el modernismo y la exaltación estética subsiguiente, habló de su papel en las vanguardias, del modo en el que entendía el arte,  de la expresión constante de yo… Pero tampoco pudo extenderse demasiado: nos esperaba el autobús que nos conduciría al Retiro, previa parada frente al Torreón del hotel Wellington, donde  Ramón instaló durante un tiempo ese despacho itinerante que era , en realidad, una más de sus obras.

El paseo por el Retiro -repleto de comentarios y lecturas- desembocó en la Cuesta de Moyano camino al Museo Reina Sofía. En la Cuesta, descubrimos que está a punto de abrirse una cafetería-tertulia  que, en un guiño a una de las obras del autor, se llamará  Ismos.

A estas alturas, con las nubes ya en claro retroceso, el camino al museo fue corto y estimulante. Tras pasar los siempre engorrosos trámites de grupo, subimos directamente a la sala en la que se encuentra el famoso cuadro de la tertulia del Pombo, de Gutiérrez Solana. Y allí, frente a esa pintura levemente tenebrista que tiene como figura central a nuestro autor, recogimos los últimos comentarios sobre de la Serna y una detallada explicación de los diversos avatares que vivió la obra antes de ser donada al estado. En esos momentos ya lucía decididamente el sol, lo que dividió a los ruteros: mientras unos decidían continuar la visita al museo (algunos se perdían por la  exposición de Pessoa), otros optaban por una cerveza al sol (a lo que acabamos sumándonos casi todos)  esperando la entrada al restaurante.

Allí, junto al Reina Sofía, con la estación de Atocha y el Paseo del Prado a tiro de piedra, concluyó, con la última comida, la más madrileñista de las rutas (no sin  una última greguería, por supuesto).

¿Qué más podemos decir?.  Guillermo  nos descubrió a un inédito Ramón, un hombre siempre basculante entre el madrileñismo más auténtico y el cosmopolitismo más feroz; el gran divulgador de las vanguardias europeas  en la etapa de entreguerras, un momento de crisis, de quiebra del orden social y político ( y, por tanto, de quiebra de la estética dominante); un hombre que entiende la literatura como algo que trasciende los propios géneros, un escritor que selecciona fragmentos de realidad y los unifica convirtiéndolos en otra cosa, dotándolos de su particularísima visión.

El profesor Laín nos mostró a un artista provocador, irreverente que fue tejiendo su entorno y su literatura a base de objetos (cachivaches) y palabras (neologismos); creador  de nuevos usos para las palabras y los objetos, artífice de una novedosa relación entre el concepto y el objeto. Nos descubrió, al mismo tiempo, a un renovador tanto en forma como en contenido, a un escritor original y versátil, un ser variopinto que se autonarra, se autoconstruye sin pausa, que se pretende el artista puro.  Un hombre que hizo del arte y de la literatura su personalísimo modo de vida.

“No debemos ser cómplices ni de nosotros mismos”. R. Gómez de la Serna.

 

Oda a Ramón Gómez de la Serna

Ramón
está escondido,
vive en su gruta
como un oso de azúcar,
Sale sólo de noche
y trepa por las ramas
de la ciudad, recoge
castañas tricolores,
piñones erizados,
clavos de olor, peinetas de tormenta,
azafranados abanicos muertos,
ojos perdidos en las bocacalles,
y vuelve con su saco
hasta su madriguera trasandina
alfombrada con largas cabelleras
y orejas celestiales.

Pablo Neruda

 

Fotografías de José Manuel Soto.

Fotografías de Rocío Martínez Santos.

Reportaje Fotográfico Ruta Pontevedra

Reportaje fotográfico Ruta de Pontevedra

Fotografías de José Manuel Soto.

Todo esto no habría sido posible sin la colaboración de:

  • Centro Asociado de la UNED en Pontevedra, encabezado por su directora Beatriz Rodríguez y también representado en las personas de la profesora Beatriz Acha y Alfonso Vázquez.
  • Ayuntamiento de Portas y su alcalde Víctor Estévez
  • Vicente García, Secretario de Política Lingüística de la Xunta.
  • El profesor José Antonio Ponte Far
  • Consello Regulador de Licores y Aguardientes
  • Bodega Terras de Lantaño
  • Bodega Viña Almirante
  • Adega Pedra Longa.

Tampoco habría sido posible sin la participación de Luis del Olmo -periodista-, Luis Santana -barítono- y Antonio López -pianista-.

 

Más fotos aquí: http://clubdecultura.uned.es/2017/10/10/reportaje-fotografico-ruta-pontevedra/

Ruta Literaria en Pontevedra.

La próxima Ruta Literaria de la #UNED será será el 7 y 8 octubre por tierras gallegas, en #Pontevedra: El vino en las letras de Valle-Inclán, Rosalía y Cabanillas.

Programa (provisional):
Sábado, 7 de octubre 2017.

10:00-21:30 h.
10.00h Recogida en el hotel de los participantes.
10.30h Recepción en el Aula Universitaria de Portas.
11.00h Ruta guiada por las sendas de Domingo Fontán a cargo de un representante de la Fundación Domingo Fontán.
12.15h Referencias al vino en la obra de Valle-Inclán.
14.30h Almuerzo.
16.30h Visita a bodega y viñedos en Terras de Lantaño. Participación en tareas de vendimia.
19.00h Recital Poesía y Música: lectura de poemas a cargo de Luis del Olmo.
Barítono Luis Santana.
21.30 h Cena temática gallega.

Domingo, 8 de octubre 2017.

09:30-18:00 h.
09.30 h Encuentro en el hotel y salida hacia el Aula Universitaria UNED Portas.
10.00 h El vino en los textos literarios de Rosalía de Castro y Ramón Cabanillas.
11.30 h Visita a Bodega.
14.00 h Almuerzo.
16.00 h Cata de aguardientes y licores tradicionales de Galicia y Maridaje con Repostería típica de Portas.
18.00h Cierre de la Ruta.

Reportaje ruta Rafael Chirbes en Denia (Fotos de Rocío Martínez y Jordi Montserrat)

Comenzamos con buen pie y puntualidad exquisita. Poco antes de las 10 nos encontramos y reencontramos viejos y nuevos amigos a las puertas del Centro Asociado donde nos recibían nuestros anfitriones: Jaume Tortosa y Elena Donderis ,impagables ambos, como quedó patente a lo largo de todo el tiempo que nos dedicaron.

Jaume, coordinador de Extensión, Filólogo, pero sobre todo lector, comenzó por introducirnos en el mundo y en la obra de Chirbes. Y lo hizo con una pasión, una soltura y un conocimiento que cautivaron muy desde el inicio de su no-conferencia. Sus comentarios a la obra del escritor ,azuzaron sin duda, el interés de los entretenidos oyentes. Se refirió Jauma, entre otros muchos aspectos, a cómo el Mediterráneo, esa luz, ese color, ese espacio, configuran el modo de escribir de Chirbes, modelan su literatura. Habló del recuerdo y del paisaje, de la imposibilidad de fijar el recuerdo cuando el paisaje cambia continuamente. Entretenido, el coloquio a que dio lugar. (Muy recomendable el blog de Jaume: lostiposdurostambienleen. Merece la pena detenerse en algunas de sus consideraciones).

Al salir, oh milagro, nos sorprendió alguna lluvia (“¡pero si aquí no llueve nunca!”. Pues eso…) y algunos nos apresuramos a alegrar la mañana de un chino de camino al castillo, comprando unos cuantos paraguas.

En el castillo nos esperaba Isabel, historiadora del ayuntamiento, que a lo largo del hermoso recorrido que había preparado para los ruteros, logró hacer una clara descripción de los orígenes y la importancia de la fortificación y de la ciudad –Danniya- en el Mediterráneo, durante varios siglos. Se refirió Isabel al origen musulmán y a los vestigios romanos destapados en algunas de las múltiples excavaciones realizadas en el entorno; la conquista llevada a cabo por Jaume I y la transformación subsiguiente de los espacios; el palacio construido por el duque de Lerma… Se habló, claro, de la desafortunada expulsión de los moriscos, de la piratería berberisca que obligó a ampliar la fortificación, de la Guerra de Sucesión y el destrozo posterior (la ciudad apoyaba a los vencidos: los borbónicos no tuvieron piedad). En definitiva y como ya se ha dicho, logró que bajásemos del castillo con una idea más precisa de lo que fue y significó una ciudad para muchos casi desconocida.

Los paraguas comprados un rato antes sirvieron para hacer frente al sol inmisericorde que nos acompañó en el descenso, mientras Jaume señalaba los distintos fragmentos de la muralla perfectamente restaurada. (Por cierto, para añadir más realismo a esa inmersión tan natural en el pasado, a mitad de las escaleras interrumpimos la siesta de una pequeña serpiente, tal vez una víbora).

La comida, plenamente mediterránea a todos los niveles: mesa, terraza y calle que podrían aparecer en cualquiera de los muchos pueblos a los que se refiere Chirbes –desde Estambul hasta Bagdag- (fantástico arroz al horno). Aprovechamos ese momento para llevar a cabo las ya tradicionales presentaciones del grupo, cada vez más divertidas, más imaginativas. Y dedicamos un recuerdo a uno de los más clásicos y queridos ruteros, José Manuel Soto, que muy a su pesar no pudo acompañarnos esta vez.

Tras un pequeño –y agradecido- descanso iniciamos el viaje a Valencia, un viaje lleno de interesantes reflexiones de Jaume respecto a la socio- economía de las zonas que atravesábamos ; descripciones de un paisaje ya casi inexistente en el que la marisma ha ido cediendo paso a las “setas” (urbanizaciones, en su denominación). Y de ahí al , puesto que de eso se trataba, de asistir al estreno en Valencia de En la orilla, la novela póstuma del autor, una obra que señala el inicio de una época marcada por la traición y la hipocresía, por la desaparición de valores, por la decadencia de una sobrevenida burguesía de medio pelo que fue laminada por la crisis. Después de la función hubo tiempo para una vuelta de reconocimiento por la noche valenciana.

La mañana del domingo comenzó con el viaje a Beniarbeig y el paseo hasta la casa del escritor. Allí nos recibieron María José y Manolo, sobrinos de Chirbes, que se ocupan de su legado: la biblioteca y la creación de la Fundación que llevará su nombre. Ambos atendieron con verdadera paciencia las múltiples preguntas con las que los asaeteamos; anunciaron, además, la celebración de un próximo congreso , del que daremos noticia en su momento, en torno al autor. Fue un detalle de agradecer que nos abriesen las puertas de una fundación aun en proceso, de una casa que guarda todavía tantos detalles domésticos, íntimos, de su tío. De vuelta al pueblo, el ayuntamiento de Beniarbeig nos obsequió con un suculento almuerzo, que compartieron con nosotros el alcalde y parte de la corporación. Gente encantadora. (Y es que el Centro Asociado de Denia se mueve mucho y bien).

La última etapa de esta ruta transcurrió por el marjal de Pego-Oliva, entre su enorme variedad botánica; no hay lugar aquí para resumir todo lo bien estudiada que Jaume Tortosa tiene también de esa zona: “Ahí, en este exacto lugar –dice señalando el margal- tiene lugar el acto de pesca de la novela”.

Lecturas en el autobús de regreso a Denia y mención también a Mercè Boixareu, que envió un saludo a los viajeros .Y llegamos al final, comida –de nuevo un magnífico arroz- de despedida ( y aquí hay que señalar el descubrimiento para muchos del “café del tiempo”, un café con hielo al que se le añade limón. Delicioso y distinto.

Una ruta más y una nueva dosis de conocimiento que añadir a la mochila del rutero.

Como siempre, un verdadero placer. Atentos a la próxima…

Rocio Martinez.

Más fotos de Jordi Montserrat:

Reportaje fotográfico de José Manuel Soto de la Ruta La Alcarria de Cela