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Reportaje fotográfico de José Manuel Soto de la Ruta La Alcarria de Cela

Primeras fotos Ruta Literaria LA ALCARRIA DE CELA

“Viaje a la Alcarria”. El nuestro

Por R. M. S.

A las ocho de la mañana del sábado el horizonte, saliendo de Madrid, era de niebla; antes había tenido lugar el cálido y divertido- reencuentro entre los ruteros.

Jesús de Andrés, director del Centro Asociado y Ángeles Baños, Coordinadora de Cultura, nos esperaban en Guadalajara (sol prudente, en este punto). Tras un corto viaje llegamos a Torija, inicio real de la Ruta. Ahí comenzó todo.

Subida al castillo de Torija e inicio de una mesa redonda con tres invitados de lujo: Pedro Aguilar, Jesús Orea y, muy especialmente, Francisco García Marquina, “el verdadero biógrafo” de Cela ; los tres, profundos conocedores del autor y su obra y autores, asimismo, de obras sobre el autor. Entre los tres tejieron una historia en torno a Cela, a la persona, al personaje y, por supuesto, a la obra que nos convocaba, colorista, real, desapasionada a veces, tan interesante en cualquier caso, que nos dejaron (ahora viene el recurso facilón) con la miel en los labios. Allí se habló del “Viaje a la Alcarria” como uno de los mejores libros de viajes en castellano, del punto de vista del autor sobre la provincia y del interés y el afecto que acabó suscitando en él; se describió el paisaje en la obra, las claves geográficas , los inconvenientes que suscitaron en ocasiones; se comentó el Cela más poeta. Y se trató, claro, “Viaje…” como obra de ficción, una obra que describe y revela al propio autor, luces, sombras y un montón de anécdotas: La literatura es una falsedad que dice siempre la verdad (Paco García Marquina).

Y finalizando la mesa nos fue presentada otra de las acertadísimas elecciones del C.A. de Guadalajara: Arte en Marcha. Laura, Gracia, Nati, Sara, crearon en 2014 este magnífico e indefinible grupo en torno al”Viaje…”, al arte,a la literatura y al gozo; grupo que, partiendo de la ruta señalada en el libro, se ha convertido en uno de los más interesantes y dinamizadores de la zona. A partir de ese momento los hasta ahora ruteros pasamos a ser “viajeros”, nos participaron también su lema –proveniente de una reflexión del libro-: “El viajero tiene su filosofía de andar, piensa que siempre, todo lo que surge, es lo mejor que puede acontecer”.

Arte en Marcha comenzó obsequiándonos con una degustación de infusiones con distintas hierbas de la zona, trufada de lecturas adecuadas a la ingesta, mientras se iniciaba el recorrido por el museo ,único en el mundo dedicado a un único libro, y debido en gran medida a la generosidad y el empeño de García Marquina. Seguían apareciendo amigos del escritor, Delia Cifuentes, Jesús Campoamor… y desgranándose las anécdotas.

Subiendo al autobús, los viajeros recibieron dos libros, “Guía del Viaje a la Alcarria” y “Camilo José Cela. Retrato de un nobel”, del propio Francisco García Marquina.

La parada siguiente fue en la magnífica Brihuega, a la vera del Tajuña, sus casas amarillas enclavadas entre el verde de huertas y jardines; la guía nos mostró la Puerta de la Cadena, ceñida a la muralla, comentó la muy cruenta batalla de Guadalajara librada en sus calles durante la Guerra Civil, y nos condujo a la Real Fábrica de Paños y a sus jardines. La Fábrica es un buen ejemplo de la arquitectura industrial del XVIII, construida de modo circular para posibilitar que el aire alcanzase todos los lienzos, y con una hermosa puerta barroca; desde su jardín se contempla una muy interesante vista de la zona (y los restos de la muralla). Si el frío pudiese convertirse en sonido, sin duda en aquellos momentos sería atronador. Un paseo breve hasta la iglesia de S. Felipe –románico/gótico del XII- con sus coloridos rosetones, y a comer.

Antes de iniciar la siesta en el autobús, Arte en Marcha –verdaderas “trabajadoras” del Viaje a la Alcarria- nos regalaron un nuevo término para emular al “ ¡Feliz Camino”de los peregrinos a Santigo: el nuestro iba a ser “Feliz Camilo!” a partir de entonces, más acorde sin duda, a nuestra aventura.

Llegada a Cifuentes, atardecer, paseo silencioso por sus calles vacías roto de cuando en cuando por alguna lectura, suenan las campanas. Nos acercan a la calle del Cristo de la Repolla, recibimos la historia en medio de las consabidas bromas.

Estremecedora con esa luz, la bellísima iglesia de S. Salvador, románico, gótico, barroco; naves austeras estrechándose con la última luz de la tarde; divertida historia celiana del cura rescatando su púlpito (que no era cualquier cosa, barroco del XV) . Algunos viajeros compran miel y bizcochos borrachos…

Regreso a Guadalajara entre comentarios y textos magníficamente seleccionados por nuestras artísticas acompañantes (como fue durante todo el viaje). Hasta ahí, fuimos hurtando la lluvia.

Y como se daba la feliz coincidencia de nuestro viaje con el “Fin de Semana de la Tapa”, los más arriesgados –la mayoría- decidieron acercarse al centro y enfrentarse a lo que hubiese. Más o menos por entonces se desataron los cielos. El regreso al hotel fue muy mojado.

El domingo amaneció con un sol tan tenue que apenas aguantó hasta Budia. Las componentes de Arte en Marcha nos habían preparado una rifa celiana en el autobús (remedo de la que el autor presenció en el tren al comienzo de su viaje). Se sortearos tarros de miel alcarreña.

Ya en Budia, nos mostraron el calabozo en el que, según refleja el “Viaje…” el autor, pasó toda una noche. Aunque haya acreditadas opiniones que lo ponen en duda, a los viajeros, en realidad, les da lo mismo.

Iniciamos la tranquila caminata que nos condujo por el monte entre nubes, claros, y el constante perfume del campo alcarreño, hasta el Olivar. Algunos viajeros aprovecharon para mantener entretenidas conversaciones cuasi-filosóficas. Sin desfallecimientos.

El Olivar resultó ser un pueblo pequeño, recogido y silencioso, típica arquitectura alcarreña, en el que las casas parecen recién restauradas, en perfecto estado de revista, rodeadas de pequeños y cuidados jardincillos; un pueblo que, como nos explicaron, funciona en realidad como lugar residencial. Un bonito lugar en el que nos esperaba Teresa con su pequeño puesto de productos artesanales bajo los soportales, repleto de preciosos y diminutos jabones y productos para la piel realizados con aceite y miel (el aceite tiene fama en la localidad).

Otro paseo, esta vez muy corto, nos acercó al pantano de Entrepeñas, con las Tetas de Viana al fondo avistadas a lo lejos entre la niebla azul.

Y así fue llegando la última etapa de nuestro viaje, Pastrana, donde otra guía nos recibía para mostrarnos el Palacio Ducal mientras explicaba la historia oficial –contestada por algunas de las viajeras- de la Princesa de Éboli y su desafortunado fin. La última, o más bien penúltima, actuación (que no performance, como quedó bien claro a lo largo de esta Ruta), a cargo de nuestras guías de lujo, fue un acto poético,” Éboli”. Los viajeros todavía tuvieron tiempo de pasear la Plaza de la Hora y las antiguas calles pastraneras antes de comer.

La última comida de este viaje fue la de presentación y despedida. Nos acompañaba Mercè Boixareu, verdadera alma mater e impulsora incansable de esta actividad, que resumió brevemente la historia de estas rutas; a continuación los viajeros fueron presentándose uno a uno, nombre, procedencia y lo que les había llevado allí. En algún momento fue emotivo.

Regresamos a Guadalajara entre el aroma a tomillo, espliego, lavanda, con el que Arte en Marcha fue envolviendo el autobús, arropando las últimas palabras del Nobel. Fin de trayecto.

Cada ruta es distinta, singular, y casi todas tienen algún punto de magia; ésta estuvo repleta.

Los avezados viajeros, recuperan su condición de ruteros de nuevo.

 

Durante la ruta de este fin de semana, algunas personas comentaron que les gustaría volver en otra ocasión para conocer la ciudad de Guadalajara, ya que en esta ruta no había tiempo para visitarla. En el siguiente enlace están algunas de las mejores visitas que se pueden hacer:

http://www.elmundo.es/viajes/espana/2017/03/27/58887aede2704e8d6c8b4652.html

Ruta Cartagena «La carta esférica» reportaje de Raquel Jiménez Jiménez

Ruta Cervantina (autor fotos: José Manuel Soto)

SÓLO UNAS LÍNEAS…

Salida de Madrid entre saludos de viejos compañeros de ruta, sin contratiempos y con el autobús casi a tope.

El viaje fue inusualmente corto, en Consuegra nos esperaba Salvador Galán, director del Centro Asociado, junto con Domingo Fernández, profesor de Geografía e Historia del centro ( y “nuestro hombre en La Mancha”), estaba además,  a pie de autobús, la guía de turismo que nos ofreció todas las explicaciones pertinentes sobre el castillo de Consuegra: su origen (tal vez romano) y como, tras diversas vicisitudes pasó , en el siglo X, a la Orden de S. Juan de Jerusalén; se refirió a todas y cada una de las partes del complejo (la muralla, la albaraca, el adarve,el aljibe, las cocinas la torre albarrana, las troneras y saeteras…) y con cada descripción se ocupó de transmitir las sensaciones de frío o calor, los olores, el sentido de defensa de cada escalera –o la falta de ella- de las gentes que lo habitaron.

Nos condujo a continuación a uno de los molinos aptos para visita y una vez arriba detalló la precisa y perfecta  obra de ingeniería de semejante artilugio; pudimos tocar las pulidas e irregulares superficies formadas por troncos de árbol e incluso mover alguna de ellas. Quedó claro también cuáles son los distintos vientos y las distintas piedras que rigen las distintas  moliendas.

De camino a Ruidera nos permitimos un breve café (y alguna pasta)  en la Venta del  Quijote, silenciosa, fresca y soleada a esa hora. No fue fácil seguir el viaje… A partir de ahí comenzó a abrirse –y ese es el término más exacto- el paisaje de La Mancha; atravesamos extensiones de olivos y vides perfectamente alineados bajo un cielo bordeado de pequeñas nubes blancas sobre un horizonte –aquí sí- muy lejano.

Y de nuevo la quietud de una tierra con frecuencia rojiza, campos amarillos, y  planas y perfectamente recortadas manchas de vegetación.

Para recordar: los distintos verdes y azules de la zona de las Lagunas por las que Domingo nos obsequió, tras la comida, con  un gratísimo recorrido naturalista, geológico y estético.

Y llegamos a Valdepeñas con tiempo suficiente para  un breve descanso en el hotel antes de dirigirnos a la conferencia en el Centro Asociado, un curioso edificio, antigua sede del Banco de España que, como explicó su director,  todavía alberga las cajas fuertes en los sótanos.

Salvador Galán hizo la presentación del centro y del conferenciante con  exquisita elegancia . Se trataba de José Luis Mata, profesor de Literatura y, como se reveló a lo largo de su intervención, experto en ciertos y relevantes aspectos de la vida del autor del Quijote; una conferencia que como señaló él mismo, bien podría haberse titulado “el irónico Cervantes”. Se refirió en primer lugar al significado de la obra para pasar revista a continuación a algunos de los datos poco claros sobre la vida de Cervantes -irónicos si no paradójicos muchos de ellos- empezando por su partida de defunción o el retrato más conocido de los que se le atribuyen  (el de Fernando Jáuregui).  Mantiene el profesor Mata que de Cervantes se sabe poco, su presunta biografía sigue envuelta en la bruma: ”único modo de seguir manteniendo la ironía”.

Los que tuvimos la suerte de dirigirnos hacia la Plaza de España al finalizar el acto, nos topamos con la sorprendente imagen, recién comenzada la noche, de un paso de Semana Santa: un cristo “bailando” a hombros de los cofrades, envuelto  en  nubes  de incienso que parecían brotar del suelo , todo ello arropado por  una singular marcha procesional. Sorprendente, como poco. (Se trataba, al parecer de la celebración de los 300 años de la Hermandad del Cristo de la Misericordia).  Al margen –o no tan al margen- de esto, el ambiente nocturno de la ciudad nos sorprendió a casi todos.

El Domingo, lo ocupó Domingo, (fundamental la redundancia)  que nos fue desvelando todo lo que guarda el trayecto a Viso del Marqués.  Incansable y paciente (muy paciente)  desde primera hora, realizó con nosotros todo el viaje en autobús, un camino que desemboca en Despeñaperros , narrando la historia que se desarrolló por esos pagos.  Se refirió, entre otras cosas, a  las delimitaciones de las distintas órdenes militares que camparon por la zona, y a sus dominios; fuimos atravesando –en ocasiones oteando, tan solo- el Campo de Calatrava y su zona geológica, volcánica por cierto –no hay que olvidar  que Domingo es arqueólogo-, Santa Cruz de Mudela, el Cerro de las Cabezas y las excavaciones de su poblado ibérico…hasta la zona de Baztán: terrenos elevados, grandes extensiones, numerosos cotos de caza, casi Andalucía… (por allí se encuentra la finca Peñalajo que pertenece (o perteneció) a la familia Botín; Amuradiel, con la singularidad de exhibir un ancla y un puesto vigía en uno de sus cruces (la larga sombra de Álvaro de Bazán y Guzmán). Comenzamos a ver humedales; y es que algo está cambiando en la Mancha…como sugirió el profesor Fernández en más de una ocasión.

Y como el  viaje seguía siendo cervantino se refirió a  ciertos paisajes que probablemente seguían manteniendo el mismo perfil que cuando se escribió El Quijote. Por supuesto, Cervantes “calca” la zona, refleja con exactitud  la mentalidad y el momento –hay que recordar que esa era una zona de paso de la plata, de los metales nobles, a los Países Bajos-.

Y llegamos a Viso del Marqués: la iglesia y el palacio, este último descrito y mostrado con ingenio por el guía que realizó la visita,y descubrimos su encantador estilo italianizante,la excelente restauración de las salas,  los magníficos frescos, la historia del marqués de Santa Cruz y de sus descendientes, e incluso los distintos usos que se le dieron a esas dependencias a lo largo de los siglos.

De camino al Santuario de las Virtudes, Domingo explicó sus antecedentes visigodos y el motivo por el que santuario y plaza de toros están unidos . Obviamente eran los dos lugares más importantes del asentamiento: primero fue la iglesia, y poco a poco el festejo de los toros -probablemente un cerco de carros dentro del que se celebraba la fiesta- que fue dando paso paulatinamente a la  construcción que puede verse en la actualidad. Hoy,  la plaza de toros cuadrada, una de las pocas que se conservan –y sin duda la más importante-, bien merece una visita.

Como la merece sin duda el santuario de las Virtudes, magnífica ermita anterior al XV, con una hermosa capilla mayor y techo mudéjar, aunque lo verdaderamente espectacular es el camarín -que nos permitieron visitar pese a estar a punto de comenzar las obras de restauración-; un pequeño espacio repleto de pinturas  que arranca  en la escalera y que guarda algunos de los más hermosos frescos barrocos (y notables trampantojos).

Fuera de programa, y de nuevo hacia Valdepeñas, nos detuvimos en un bellísimo  lugar , San Carlos del Valle, un pequeño pueblo de estructura radial que describió perfectamente nuestro guía: la iglesia del Santísimo Cristo –barroco tardío- con una inusualmente alta cúpula (47m desde el suelo) y cuatro torres; en una de sus fachadas aparece Santiago Matamoros –término, al parecer, políticamente incorrecto-, en recuerdo a la orden militar. Sorprende su tamaño. Como sorprende la Plaza Mayor, un rectángulo al que se accede por tres arcos de ladrillo,  apuntalado por columnas toscanas de piedra que sustentan los pisos y galerías de madera que la encuadran. Un lugar con encanto, desde luego.

El final de la ruta, como era de rigor, transcurrió en una bodega de Valdepeñas. Una magnífica comida entre enormes tinajas de vino en la bodega Los Llanos, la más antigua del lugar, excavada hace 150 años; una cava vieja, olorosa, interminable y con historia.

En opinión de muchos de los ruteros el viaje se quedó cortó. Valdepeñas da para mucho más.

Rocío Martínez

Responsable Unidad Actividades Culturales

UNED

(Autor de todas las fotos: José Manuel Soto)

Reportaje Ruta Giner de los Ríos y Machado

Gracias, como siempre, a José Manuel Soto por las fotografías.

Reportaje Ruta Literaria Tudela. Fotos de José Manuel Soto

Reportaje fotográfico de la Ruta de Tudela y Fitero.

Reportaje fotográfico de la Ruta de Saramago

Imágenes tomadas en el Centro Asociado de la UNED en Lanzarote, en la Fundación César Manrique y en el Parque Nacional de Timanfaya. Autor de las fotografías José Manuel Soto excepto la foto de familia que es de María Jesús Alonso Morientes.

Comentario ganador de la Ruta de Santa Teresa de Ávila

Publicamos el comentario ganador de una noche en PARADORES. Su autora es María Ángeles Bahíllo Sancho. Enhorabuena a la ganadora y gracias a todos por participar.

Mujer, literata y santa.

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Vista de Ávila

Ni la amenaza de lluvia podía enturbiar la imagen de ese recinto amurallado, que nos daba la bienvenida, acogiendo e integrando a visitantes y habitantes.

La ciudad de Ávila no era la única en recibirnos, pues allí se encontraban nuestros dos magistrales guías que se habían propuesto un gran reto, trasladarnos a otros tiempos y lugares relacionados con la primera doctora de la Iglesia.

Ya desde el primer instante de la conferencia, se respiraba épocas y espacios lejanos pero claves de la vida de Santa Teresa de Jesús. Su ingreso en el monasterio de la Encarnación, donde, según sus propias palabras, no gustó de ese ambiente deleitoso, expresión que escribió con cuidado, pues era mujer, y no mujer contemporánea sino del siglo XVI, donde monjas de clase social alta, acompañadas de sus doncellas, entraban y salían libremente, junto con otras, humildes, de las que se las distinguía vistiendo bien diferente, y allí, empezó todo, la Santa, mujer poco corriente, valiente e inteligente, buscó la coherencia de la vida religiosa en una vida humilde con la reforma del Carmelo.

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Monasterio de la Encarnación

La charla continuaba arrastrándonos, con palabras e imágenes a esos encuadres de épocas no vividas pero con vestigios actuales, espadañas abulenses enfrentadas entre ellas como signos de rivalidad entre religiosos, planos de secciones para poder entender las distintas ampliaciones de las iglesias con el devenir de los tiempos, conventos de clausura con orientaciones poco convencionales al norte pero de apertura a los fieles al sur.

En las inmediaciones del monasterio de la Encarnación se leyó uno de sus bellos poemas y así se inició, ese sábado, la cita física con los lugares emblemáticos de Santa Teresa; el monasterio, donde la Santa también fue priora para ver si se la quitaba esa idea de hacer fundaciones, los “Cuatro Postes”, donde se divisaba la ciudad y se imaginaba el pasado. Por la tarde, en Alba de Tormes, también hubo constantes saltos en el tiempo mientras visitábamos el convento de la Encarnación, sepulcro de la santa, y el museo carmelitano.

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Los Cuatro Postes

Un paseo tranquilo, pero intenso, dimos el domingo, saboreando los rincones de la ciudad, admirando hermosos edificios, algunos posteriores a su vida como el convento de Santa Teresa, pero construidos donde ella nació, y otros coetáneos, como el convento de San José, su primera fundación, que luce un aspecto distinto al que ella conoció tras la reforma de Francisco de Mora que hábilmente conjugó la esencia de la Santa con impedimentos arquitectónicos y hereditarios.

Lentamente avanzaba el día y llegó la despedida de esa pequeña aventura a lugares y épocas donde su protagonista fue mujer, literata y santa.

TeresaAvila

Vidriera de Santa Teresa

 

 

Ruta de Ávila: reseñas y votaciones

Estimados amigos: nos vemos obligados a reconsiderar el premio de paradores.

Debido a la premura en colgar los comentarios hemos pasado por alto que ninguno de los seleccionados cumple la indicación de no sobrepasar las 500 palabras. Perdón por el error.

Aquí están los tres comentarios que sí tienen entre 300 y 500 palabras:

COMENTARIO 1

COMENTARIO 2

COMENTARIO 3

En un formulario que aparecerá abajo podréis votar las reseñas. La que más puntos obtenga,  conseguirá una estancia para dos personas (1 noche+desayuno), en un parador a escoger entre cualquiera de los 94 Paradores, siempre sujeto a disponibilidad, excepto Granada, Alarcón y Hondarribia.

Podéis votar hasta el domingo 3 de mayo.

Un montón de gracias a todos.