Publicamos el comentario ganador de una noche en PARADORES. Su autora es María Ángeles Bahíllo Sancho. Enhorabuena a la ganadora y gracias a todos por participar.
Mujer, literata y santa.
Vista de Ávila
Ni la amenaza de lluvia podía enturbiar la imagen de ese recinto amurallado, que nos daba la bienvenida, acogiendo e integrando a visitantes y habitantes.
La ciudad de Ávila no era la única en recibirnos, pues allí se encontraban nuestros dos magistrales guías que se habían propuesto un gran reto, trasladarnos a otros tiempos y lugares relacionados con la primera doctora de la Iglesia.
Ya desde el primer instante de la conferencia, se respiraba épocas y espacios lejanos pero claves de la vida de Santa Teresa de Jesús. Su ingreso en el monasterio de la Encarnación, donde, según sus propias palabras, no gustó de ese ambiente deleitoso, expresión que escribió con cuidado, pues era mujer, y no mujer contemporánea sino del siglo XVI, donde monjas de clase social alta, acompañadas de sus doncellas, entraban y salían libremente, junto con otras, humildes, de las que se las distinguía vistiendo bien diferente, y allí, empezó todo, la Santa, mujer poco corriente, valiente e inteligente, buscó la coherencia de la vida religiosa en una vida humilde con la reforma del Carmelo.
Monasterio de la Encarnación
La charla continuaba arrastrándonos, con palabras e imágenes a esos encuadres de épocas no vividas pero con vestigios actuales, espadañas abulenses enfrentadas entre ellas como signos de rivalidad entre religiosos, planos de secciones para poder entender las distintas ampliaciones de las iglesias con el devenir de los tiempos, conventos de clausura con orientaciones poco convencionales al norte pero de apertura a los fieles al sur.
En las inmediaciones del monasterio de la Encarnación se leyó uno de sus bellos poemas y así se inició, ese sábado, la cita física con los lugares emblemáticos de Santa Teresa; el monasterio, donde la Santa también fue priora para ver si se la quitaba esa idea de hacer fundaciones, los “Cuatro Postes”, donde se divisaba la ciudad y se imaginaba el pasado. Por la tarde, en Alba de Tormes, también hubo constantes saltos en el tiempo mientras visitábamos el convento de la Encarnación, sepulcro de la santa, y el museo carmelitano.
Los Cuatro Postes
Un paseo tranquilo, pero intenso, dimos el domingo, saboreando los rincones de la ciudad, admirando hermosos edificios, algunos posteriores a su vida como el convento de Santa Teresa, pero construidos donde ella nació, y otros coetáneos, como el convento de San José, su primera fundación, que luce un aspecto distinto al que ella conoció tras la reforma de Francisco de Mora que hábilmente conjugó la esencia de la Santa con impedimentos arquitectónicos y hereditarios.
Lentamente avanzaba el día y llegó la despedida de esa pequeña aventura a lugares y épocas donde su protagonista fue mujer, literata y santa.
Vidriera de Santa Teresa