Reseñas seleccionadas Club de Cultura. La Guerra Civil Española: 80 años

CLUB DE CULTURA, Enero de 2016

“Luna de lobos” de Julio Llamazares

Autor: Enrique Fuentes

Si algo hace cobarde al vencedor,  y esto vale para cualquier color,  es su falta de misericordia pues en gran parte de la historia que narra Llamazares la guerra ya había terminado.

Gildo, Ramiro y Ángel –este último maestro de un pueblo–, tan españoles como cualquier otro, se vieron abocados a echarse al monte huyendo de la represión en nuestra fratricida guerra civil. Una guerra que sigue siendo contemporánea, pues la oímos a diario en los medios de comunicación. Los rojos y los azules, lo binario, artificiales divisiones de una parquedad de miras que sigue resonando.

El libro, a pesar de su extrema crudeza, presenta rasgos de una gran hondura sentimental así como una espléndida comunión de los protagonistas con una naturaleza que, aunque hostil, se muestra protectora. Así, la noche será el tiempo vital en el que únicamente se podrá encender fuego –para que el humo no delate a nuestros amigos–; el silencio del monte; el tremendo frío que, por ser tan frío, es precisamente un aliado que evita las posibles batidas de los guardias; las altas montañas del norte español se convierten en lugares desde los cuales otear lo que fueron sus vidas, sus casas, sus familias –y desde donde divisar las señales que les hacen por medio de pañuelos, etc.

9788437625676También el aspecto humano que demuestran en los necesarios asaltos a los que les obliga su acorralamiento –dejando de robar, disimuladamente, a quienes les ayudaron y pagando al pastor por lo que necesitan–. Datos estos que demuestran honradez al mantener unos principios de convivencia en lo que tuvo que ser una situación horrible demasiados años alargada.

La sucesiva caída de Gildo y de Ramiro va dejando el tablero vacío –hasta que se vacía del todo con el intento de huida de Ángel al país vecino.

¿Qué puede hacer alguien al que se le despoja de su medio de vida, de su pueblo, de su ciudad, de su familia… de todo?

 ¿Qué hacen los patos, dónde van, cuando se hiela el estanque? –preguntaba a un taxista el protagonista de El guardián entre el centeno de Salinger. Y es que,  por encima de ideologías, un ser humano necesita un lugar y un tiempo, pero no como cosa espaciotemporalmente situada sino trascendiendo lo puramente natural. Porque es preciso algo más, algo por lo que podamos decir que somos personas y esto es el respeto y la dignidad, la libertad de ser y pensar y el reconocer que, aquí, todos somos unos pobres seres a los que se les ha dado la oportunidad de vivir, y también de morir, y que en tan breve espacio, como es la vida, es absurdo que alguien, hombre o institución, se dedique a vigilar que otro no baje a su pueblo, que no viva siquiera bajo unos tablones, que no coma, no beba, no ame, no trabaje y, en definitiva, que dedique la vida a evitar que otro pueda vivir la suya… y todo ello por el simple hecho de pensar de manera distinta.

    

“Soldados de Salamina” de David Trueba

Autora: Isabel Delmás

En una escena de los primeros minutos de Soldados de Salamina, a la protagonista, Lola Cercas, interpretada con una inspirada sencillez y naturalidad por (quién lo diría) Ariadna Gil, le encargan escribir un artículo sobre la Guerra Civil. «Otra vez la Guerra Civil» dice el personaje. Extendida y arraigada la idea de que el cine español acude constantemente a la Guerra Civil española como fuente de inspiración e historias, es casi obligatorio desmontar el mito con algún argumento de peso. No es que el tema de la contienda española esté más que trillado y se haya convertido en repetitivo, quizás el problema radique en que casi todas las piezas que hablen de este importante episodio de la historia de España pequen de un cierto maniqueísmo progre que pone al frente nacional como los malos y a los republicanos como buenos y héroes.

Es ese mismo tema del héroe el que David Trueba difumina y desglosa con la maestría de la estructura narrativa de la película. Al contrario de lo que pasa en “El hombre que mató a Liberty Valance”, en la que la supuesta ganadora entre la leyenda y la realidad acaba siendo la leyenda, en “Soldados de Salamina” la importancia del qué y de la historia queda relegada por el cómo y la importancia de contarla. No es una épica grandilocuente de vencedores y vencidos, sino que indaga los acontecimientos, mezclando hechos reales y ficción, para mostrarnos lo difuso que es hablar de héroes de guerra al uso, buenos, valientes y redentores, y no hacerlo de los héroes anónimos milicianos que salvan vidas por decisiones repentinas, de los héroes humildes, de los héroes de cada día que intentan conocer la verdad y el por qué de lo que pasó en paralelo a descubrirse a sí mismos.

La protagonista se topa con la historia, viene a ella, al igual que en la novela,y va descubriéndola e investigándola poco a poco, en una analogía a la búsqueda de lo que realmente quiere contar a través de esa historia y de lo que realmente quiere hacer ella en su futuro como escritora, periodista, e incluso en el futuro de su vida. La necesidad de escribir y de descubrir de Lola Cercas es mayor a la necesidad de descubrir la finalidad por la que lo hace. Otra vez la batalla entre el qué versus el cómo, el qué frente al por qué. El objetivo es encontrarle el propio sentido a la historia a medida que se va descubriendo.

La película no quiere hablar de buenos y malos, sino que la dicotomía entre el bando nacional y el frente republicano se afronta desde una perspectiva más amplia. Es una historia de personas en busca de su identidad. Recordando a Manuel Machado, hermano de Antonio (cuyo exilio y posterior muerte en Colliure se relatan en la película), el mundo se debatía entonces entre el fascismo y el comunismo y ambos son igualmente detestables, porque son enemigos de la individualidad. No son los soldados quienes salvan la civilización, sino las personas.

 

   

                                                                               

 

 

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