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Día del Libro

 


ENVIADO POR: Alfonso Armada

AUTOR: Wislawa Szymborska

TÍTULO: Falta de atención

Ayer me porté mal en el cosmos.
Viví todo el día sin preguntar por nada,
sin sorprenderme de nada.

Realicé acciones cotidianas,
como si fuera lo único que tenía que hacer.

Aspirar, espirar, un paso tras otro, obligaciones,
pero sin pensamientos que fueran más allá
de salir de casa y volver a casa.

El mundo podía ser tenido por un mundo loco
y yo lo tuve para mi propio y trivial uso.

Ningún cómo, ningún porqué,
o de dónde ha salido éste,
o para qué quiere tantos impacientes detalles.

Fui como un clavo superficialmente clavado en la pared,
o (aquí una comparación que no se me ha ocurrido).

Uno tras otro se fueron sucediendo cambios
incluso en el limitado campo de un abrir y cerrar de ojos.

En la mesa más joven, con una mano un día más joven
había pan de ayer cortado de forma distinta.

Las nubes como nunca y la lluvia como nunca,
porque era con otras gotas que llovía.

La Tierra giraba sobre su eje
pero en un espacio abandonado para siempre.

Duró sus buenas 24 horas.
1.440 minutos de ocasiones.
86.400 segundos que mirar.

El cósmico savoir-vivre
aunque calla sobre nuestro asunto,
exige, sin embargo, algo de nosotros:
una cierta atención, un par de frases de Pascal
y una sorprendente participación en este juego
de reglas desconocidas.

COMENTARIO:

Y estas palabras, que extraigo, como el poema, de mi blog, El mirador, en fronterad (http://fronterad.com/?q=node/4810), que podrían acompañar al poema:

«falta de atención en la que me reconozco como en un espejo pavoroso y a la que se refiere en uno de sus poemas más redondos Wislawa Szymborska. Me hubiera gustado entrevistarla en la cocina de su casa de Cracovia, antes que de que se fuera con su petate y sus cigarrillos al otro barrio, como hizo el otro día».

ENVIADO POR: Juan Eslava Galán

AUTOR: Anónimo

TÍTULO: Soneto a Cristo crucificado

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido;
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, señor; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque cuanto espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

ENVIADO POR: Rosa Montero

AUTOR: Vladimir Nabokov

TÍTULO: Lolita

Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta. Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.

COMENTARIO:

«Este es el comienzo de Lolita de Vladimir Nabokov. Durante muchos años este libro representó para mí lo máximo a lo que se podía llegar dentro de lo que yo estaba buscando como novelista. Luego mi camino literario me llevó por unos horizontes mas fantásticos y un poco menos nabokovianos, pero Lolita me hizo discípula para siempre de este inmenso escritor ruso, que tanto me ha enseñado sobre las estructuras narrativas, los juegos literarios, la ternura y la brutalidad, el cielo y el infierno»


ENVIADO POR: Juan Ángel Juristo González

AUTOR: Paul Valéry

TÍTULO: Cuadernos

«El primer objeto cuya ciencia adquiriste, ¿no fue un seno?»

COMENTARIO:

Esa simultaneidad entre lo obvio y lo impenetrable es impagable.

ENVIADO POR: Manuel Rodríguez Rivero

AUTOR: Baltasar Gracián

TÍTULO: Oráculo manual y arte de la prudencia

Aforismo 263

Saber olvidar: más es dicha que arte. Las cosas que son más para olvidadas son las más acordadas. No sólo es villana la memoria para faltar cuando más fue menester, pero necia para acudir cuando no convendría: en lo que ha de dar pena es prolixa y en lo que avía de dar gusto es descuidada. Consiste a vezes el remedio del mal en olvidarlo, y olvídase el remedio. Conviene, pues, hazerla a tan cómodas costumbres, porque basta a dar felicidad o infierno. Exceptúanse los satisfechos, que en el estado de su inocencia gozan de su simple felicidad.

COMENTARIO:

Me fascina especialmente esa mezcla de lucidez y cinismo tan característica del pensamiento del autor, uno de nuestros más conspicuos escritores del barroco.

ENVIADO POR: Lucía Etxevarría

AUTOR: Marcel Proust

TÍTULO: Por el camino de Swan

«¡Decir que desperdicié años enteros de mi vida, que quise morirme, que viví el amor de mi vida, por una mujer que no me gustaba, que ni siquiera era mi tipo!»

COMENTARIO:

Creo que es el mejor final de una novela de toda la historia de la literatura. Y además, la primera vez que lo leí, a los diecisiete años, reflejaba exactamente lo que yo estaba viviendo.

ENVIADO POR: Luis Antonio de Villena

AUTOR: Sebastián Juan Arbó

TÍTULO: Oscar Wilde

Fue el hundimiento de este artista un caso peculiar, personalísimo, como todo había de serlo en su vida. En este sentido tenía motivos para sentirse satisfecho, y hasta envanecido , de acuerdo con la actitud que había adoptado ante los hombres. Ocurrió que el drama no dejó resquicio a la burla o al orgullo y ni siquiera a la vanidad; no quedó más que la larga noche de horror, y en ella el llanto de tantas horas amargas, la queja continua del alma herida.
Preciso es decir que la culpa la tuvo sobre todo  él, y estuvo en la inconsciencia de artista mimado por la fortuna con que se acercó al peligro, con que lo provocó; en aquel constante desafío a la opinión, sin tener en cuenta las fuerzas que con ello desencadenaba: en un desconocimiento fabuloso de la naturaleza de aquellas fuerzas.
Ha de atribuirse, en verdad, en el drama mucha parte a la época, si no al país; hoy, es cierto, no habría podido ocurrir, o habría ocurrido de otra manera. Ya Bernard Shaw, en su tiempo, advertía el cambio. “Muchísimo se ha escrito –decía- respecto a la cuestión del instinto sexual invertido; pero hoy es una cuestión trasnochada. El último conocido mío procesado por eso sufrió cinco horas de reclusión en lugar de los dos años que cumplió Wilde, y el caso no apareció siquiera en la prensa” (…). El castigo no hubiese sido tan grave, pero el odio hacia él, la envidia, hubiesen sido los mismos; conviene, en efecto, no olvidar que el hecho sirvió, en realidad, de pretexto. Por encima de todo estaba, lo repito, aquel desafío a todas las creencias, a todas las actitudes que no se aviniesen con la suya. El pecado de Wilde fue esencialmente un pecado de orgullo.

COMENTARIO:

Leí ese tomo con quince años –era verano- y me hice amigo de Wilde para siempre.


ENVIADO POR: Ramón Pernas

AUTOR: Alvaro Cunqueiro

TÍTULO: Merlín y Familia

El señor Merlín, según se sabe por las historias, era hijo de soltera y de ajena nación, y vino heredado para Miranda por una tía segunda por parte de madre; pero hacía de esto tanto tiempo que nadie recordaba bien el suceso. Solamente una vieja de Quintás hacía algo de memoria de que siendo niña la llevaron al entierro de una señora de Miranda, y detrás del cura de Reigosa, que cantaba muy bien, iba don Merlín vestido de negro, con una bufanda colorada, y ya entonces tenía mi amo la barba blanca. También hacía memoria la vieja de que iba en el entierro el conde de Belvís con una gorra de plumas y su enano de portacolas, y que vinieron plañideras de Lugo a hacer el llanto, y las más mozas iban descalzas de pie y pierna. Por don Merlín no pasaban años, y de eso se quejaba como de un maleficio, pero pocas veces, que el ser de él era aparentar muy franco y abierto, contento del mundo y hablador, y sonreía muy fácil; le ayudaban a ser franco los ojos claros, y aquella su frente levantada y señora, y hasta aquel gesto que tenía de acariciarla con la mano derecha cuando te hablaba. Era de pocas carnes pero muy puesto en sus anchos y gentil, y muy andador. Pero ahora no iba a retratar al señor Merlín, sino a hacer la nómina de su casa, cuando yo vivía en Miranda, puesto de mozo de media mesa y estribo, por once pesos al año y mantenido, las zuecas que calzase y los remontados de chaqueta y calzón, amén de cuatro pares de medias por año nuevo, dos blancos y dos negros.

COMENTARIO:

Este año que ha concluido, o sea el pasado, celebramos el centenario del nacimiento de Alvaro Cunqueiro. Y hoy reivindico mas que nunca su Merlin y Familia, narrado por Felipe de Amancia un personaje decisivo para los que como yo, nos consideramos autores, y lectores, prekantianos.

ENVIADO POR: José Ovejero

AUTOR: Juan Marsé

TÍTULO: Si te dicen que caí

Cuenta que al levantar la sábana que cubría al ahogado, revivió en la cenagosa profundidad de pantano de sus ojos abiertos un barrido de solares ruinosos  y tronchados geranios; un remoto espejismo  cruzado de punta a punta por silbidos de afilador; un remoto espejismo traspasado por el aullido azul de la verdad. Y que a pesar de las elegantes sienes plateadas, la piel bronceada y las sortijas de oro que aun lucía el cadáver, le reconoció; que todo habían sido espejuelos, dijo, en aquel tiempo y aquellas calles, incluido este trapero que al cabo de treinta años alcanzaba su corrupción final  enmascarado de dignidad y dinero.
Su propia madre tenía el vientre más liso que una tabla y sin embargo la llamaban “la preñada”, recuerda: aquellas vecinas deslenguadas con rulos en la cabeza, enfermas de irrealidad, trajinando baldes de agua desde la fuente agobiada de avispas y habladurías, aquel certamen de infamias una tarde de otoño que sintió romperse bruscamente un burbuja de luz en su interior y se dijo ya soy mayor, ya soy memoria y no podréis conmigo, brujas.

COMENTARIO:

Me parece uno de los mejores inicios de novela que he leído -en estrecha competición con algunos de García Márquez- por esa capacidad de meternos de lleno e inmediatamente en la historia, lo que no está reñido con un lenguaje que se demora en los detalles e inventa maneras nuevas de contarlos.

ENVIADO POR: Antonio Prieto

AUTOR: Luis Cernuda

TÍTULO: Góngora

[1] El andaluz envejecido que tiene gran razón para su orgullo,
el poeta cuya palabra lúcida es como diamante,
harto de fatigar sus esperanzas por la corte,
harto de su pobreza noble que le obliga
a no salir de casa cuando el día, sino al atardecer,
ya que las sombras
más generosas que los hombres, disimulan
en la común tiniebla parda de las calles
la bayeta caduca de su coche y el tafetán delgado de su traje;
harto de pretender favores de magnates,
su altivez humillada por el ruego insistente,
harto de los años tan largos malgastados
en perseguir fortuna lejos de Córdoba la llana y de su muro excelso,
vuelve al rincón nativo para morir tranquilo y silencioso.

[2] Ya restituye el alma a soledad sin esperar de nadie
si no es de su conciencia, y menos todavía
de aquel sol invernal de la grandeza
que no atempera el frío del desdichado,
y aprende a desearles buen viaje
a príncipes, virreyes, duques altisonantes,
vulgo luciente no menos estúpido que el otro;
ya se resigna a ver pasar la vida tal sueño inconsistente
que el alba desvanece, a amar el rincón solo
adonde conllevar paciente su pobreza,
olvidando que tantos menos dignos que él, como la bestia ávida
toman hasta saciarse la parte mejor de toda cosa,
dejándole la amarga, el desecho del paria.

[3] Pero en la poesía encontró siempre, no tan solo hermosura, sino ánimo,

la fuerza del vivir más libre y más soberbio,
como un neblí que deja el puño duro para buscar las nubes
traslúcidas de oro allá en el cielo alto,
ahora al reducto último de su casa y su huerto le alcanzan todavía
las piedras de los otros, salpicaduras tristes
del aguachirle caro para las gentes
que forman el común y como público son árbitro de gloria.
Ni aun esto Dios le perdonó en la hora de su muerte.
Decretado es al fin que Góngora jamás fuera poeta,
que amó lo oscuro y vanidad tan solo le dictó sus versos.
Menéndez y Pelayo, el montañés henchido por sus dogmas,
no gustó de él y le condena con fallo inapelable.

[4] Vi va pues Góngora, puesto que así los otros

con desdén le ignoraron, menosprecio
tras del cual aparece su palabra encendida
como estrella perdida en lo hondo de la noche,
como metal insomne en las entrañas de la tierra.
Ventaja grande es que esté ya muerto
y que de muerto cumpla los tres siglos, que así pueden
los descendientes mismos de quienes le insultaban
inclinarse a su nombre, dar premio al erudito,
sucesor del gusano, royendo su memoria.
Mas él no transigió en la vida ni en la muerte
y a salvo puso su alma irreductible
como demonio arisco que ríe entre negruras.

[5] Gracias demos a Dios por la paz de Góngora vencido; devolverle

gracias demos a Dios por la paz de Góngora exaltado;
gracias demos a Dios, que supo
(como hará con nosotros)
nulo al fin, ya tranquilo, entre su nada.

COMENTARIO:

Escojo el poema Góngora de Luis Cernuda, ya que aúna mi devoción por el poeta cordobés y mi estima por Luis Cernuda en esta evocación de Góngora: «El andaluz envejecido que tiene gran razón para su orgullo…». Aparte que el poeta, Cernuda, me tocó en mis oposiciones a cátedra y me trajo suerte. Ya hice un personal comentario en las páginas 335-338 de mi libro Cuaderno de ayer que se publicó en la editorial de la Universidad de Almería en 2009.

 

Certamen de Artes Plásticas 2012: Artistas seleccionados para la exposición

El jurado de XXII Certamen de Artes Plásticas de la UNED, compuesto por Antonio Pérez Pérez, Víctor Nieto Alcaide, Simón Marchán Fiz y Miguel Romero Saiz, dio a conocer el pasado 14 de marzo las obras seleccionadas, se podrán ver en una exposición que permanecerá abierta entre el 16 y el 30 de abril en la Sala de Exposiciones del Centro Cultural de la Caja de Castilla-La Mancha de Cuenca (CCM) (c/ Cardenal Gil de Albornoz, 1. Cuenca).

Las obras elegidas para su adquisición por la UNED son:

– Micropanespermia, Ernesto Casero.

-Sin título, Ana Karina Lema.

-HK-23, Katsumi Tsue.

Obras y artistas seleccionados para la exposición:

-The Nucleus, Tania Blanco.

– Micropanespermia, Ernesto Casero.

-DLB 1001, Juan Zurita.

-Cosmografía 1, Pepa Satué.

-Tarros y torres, Javier Aoiz Orduna.

-Estudio zoológico I, Helí García.

-¿A dónde vas? Diego Fernando Correa.

– Centro Cultural, Llorenç Ugas.

-Sin título, José Leonardo García.

-Sin título, Ana Karina Lema.

-Mare serenitatis, Silvia Reneses.

-HK-23, Katsumi Tsue.

-Chopera, Enrique Martínez Gil.

-Lugares del Yo, José Ferrer.

-Sin título, José Luis de la Parra.

-Vibraciones, José Manuel González.

-Entropía XX, Ruth Quirce.

-Norte y Sur, Jesús Pizarro.

-Jack y su hermana, Mauricio Vergara.

-Paisaje de invierno, Luis Mayo.

-Sinfín, Lola Berenguer.

-Radiaciones MV2, Manuel Saro.

-Hiperión, José Luis Cremades.

Noches de la UNED-Noche de la mujer

 

Recorrido cultural: Charles Dickens en Londres

Se cumplen 200 años del nacimiento de Charles Dickens, uno de los mayores representantes del realismo en la literatura inglesa. La ciudad de Londres, y por extensión de muchas otras como Madrid, celebran numerosos actos, exposiciones y muestras relacionadas con el escritor, y es que la figura de Dickens es inseparable de la ciudad de Londres y viceversa. En sus novelas, algunas de ellas consideradas como autobiográficas, los escenarios de las calles, edificios, iglesias, tabernas y gran número de iconos de la ciudad en el siglo XIX, quedan fijados en sus narraciones, tanto como la sociedad del momento, sus problemas y una crítica ante las injusticias sociales. Es por ello, que desde la ciudad que le vio crecer, queremos ofreceros un pequeño recorrido de algunos lugares emblemáticos en donde recordar su vida y su obra.

RESIDENCIAS DE DICKENS
(48, Doughty Street)

Está demostrado que Charles Dickens vivió en la ciudad de Londres, cambiando muy a menudo de domicilio (Covent Garden; 18, Bentinck St; Furnivals Inn; 1, Devonshire Terrace; 9, Osnaburgh Terrace…) pero una de las localizaciones en donde estuvo viviendo, entre abril de 1837 y septiembre de 1839, es el actual Museo de Charles Dickens. En ella, escribió dos de sus más conocidas novelas, Oliver Twist  y Nicholas Nickleby. El museo posee unos 100.000 objetos relacionados con la vida y obra de Dickens, entre los que se encuentran manuscritos, objetos personales, pinturas, mobiliario, ediciones raras… todo relacionado en sus numerosas salas decoradas en un estilo victoriano.

BOROUGH HIGH STREET
(Metro: Borough)

Desde Borough Hide St. sale un pequeño callejón en donde se encuentran los restos del muro de la cárcel de Marshalsea (desaparecida en 1842), en donde el padre de Dickens estuvo en la cárcel, en 1814, por endeudamiento, viviendo la familia y el pequeño Dickens junto a él. Poco después Charles Dickens alquiló una habitación en la cercana Lent Street. La experiencia personal de vivir en la cárcel así como la realidad de aquellos presos encarcelados por una deuda, será el tema principal de la novela Little Dorry (La pequeña Dorry, 1855-1857), junto con una crítica social y política de la época. Gran parte de la trama transcurre entre los muros de la cárcel de Marshalsea y en la iglesia de San Jorge Mártir, edificio de principios del siglo XVIII, y conservado en la actualidad.

“Hace unos treinta años se levantaba en el arrabal de Southwark, no lejos de la iglesia de San Jorge, la cárcel de Marshalsea. Era una construcción oblonga dividida en pequeñas edificaciones unidas por la parte posterior de manera que no quedaran patios abiertos” (Little Dorry, Capítulo III).

HIGH HOLBORN STREET

Entre las estaciones de metro de Holborn y Chancery Lane, nos podemos detener en algunos hitos recogidos en las novelas de Dickens.

El edificio y jardines de Gray’s Inn, son mencionados tanto en Los papeles póstumos del Club Pickwick (Capítulos X, XX, XXXI, XLVII y LIII) como en David Coopperfield (Capítulo XIX).

“Era una escena en la que pensaba con gusto aun después de mucho rato de haberles dado las buenas noches. Un millas de rosas que hubieran florecido en aquellas habitaciones de la deslucida Gray’s Inn no hubiesen resplandecido ni la mitad” (David Coopperfield, Capítulo XIX).

Muy cerca de Gray’s Inn se encuentra también Barnard’s Inn, posada conocida desde el siglo XIII aunque reformada en el siglo XIX. En la novela Grandes Esperanzas la recoge en muy numerosas ocasiones (Capítulos XX, XXI, XXIII, XXIV, XXVII, XXX, XXXI, XXXIV, XXXVI y XXXIX).

“Éste es mi pequeño dormitorio; un poco mohoso, pero hay que tener en cuenta que Barnard también lo es” (Grandes Esperanzas, Capítulo XXI).

Cerca del metro de Holborn, se halla Lincon’s Inn Fields, un parque maravilloso que se abre a numerosas arquitecturas históricas de Londres, entre ellas el Museo de la casa y estudio del arquitecto Sir John Soane (1753-1837). Tanto en las novelas de David Copperfield  (Capítulo III) como en Casa desolada (Capítulos I, II, III,

“Éste es el jardín de Lincoln’s Inn. Yo digo que es mi jardín. En el verano es toda una quinta. Aquí cantan melodiosamente los pájaros. Es donde paso la mayor parte de las vacaciones de verano. En contemplación”. (Casa desolada, Capítulo V).

THE MONUMENT
(Metro: Monument)

The Monument es una gran columna de 61 metros de altura, mandada levantar por el Rey Carlos II de Inglaterra, entre 1671 y 1677. Conmemora el lugar en donde se inicio el gran fuego de Londres que desbastó gran parte de la ciudad en 1666. Dickens lo cita en sus novelas Barnaby Rudge, Martin Chuzzlewit y en David Copperfield, concretamente en los capítulos XI, XXXVIII y LIX.

 “…y mientras esperaba a que abrieran las puertas iba a sentarme en uno de los bancos del viejo puente de Londres, donde me divertía mirando a la gente que pasaba o contemplando por encima de la balaustrada el sol reflejado en el agua o iluminando las llamas doradas de lo alto del Monument.” (David Copperfield, Capítulo XI).

COVENT GARDEN
(Metro: Covent Garden)

La plaza y mercado de Covent Garden es uno de los puntos más atractivos de Londres. Levantada su arquitectura por Iñigo Jones, en 1630, y manteniendo su mercado desde el siglo XVII hasta nuestros días. Aquí se encontraba el Teatro Real de Covent Garden (1732), y a un lado de la plaza se haya la iglesia de San Pablo, ejemplo de la arquitectura del siglo XVII, realizada igualmente por Iñigo Jones.

Dickens frecuentó la plaza de Covent Garden y sus calles aledañas ya que fue miembro, y lo llegó a presidir, del Shakespeare Club Dinner que se encontraba en la Piazza Coffee House de esta plaza.

En sus novelas, la plaza, el mercado y el ambiente de Covent Garden quedó reflejado en títulos como David Copperfield, Grandes Esperanzas, Pequeña Dorriet y Papeles póstumos del Club Pickwick.

“…¡Juzgad de mis sentimientos cuando reconocí mis flores, el ramo del mercado de Covent Garden! No puedo decir que se pareciera mucho, ni que yo hubiera visto nunca flores como aquellas;” (David Copperfield, capítulo 13).

ABADÍA DE WESTMINSTER
(Metro: Westminster)

Este hito de la ciudad de Londres, levantada en 1055 y reconstruida en 1245, es mención obligada en la literatura de Dickens, y concretamente alude a ella, en la novela Grandes Esperanzas: “… al día siguiente visitamos la iglesia de la Abadía de Westminster y pasamos la tarde paseando por los parques” (Capítulo XXI).

Dickens falleció el 9 de junio de 1870, y aunque su deseo fue de ser enterrado en la catedral de Rochester, la trascendencia de su fama hizo que finalmente fuera enterrado en el interior de esta abadía, en la llamada  “Esquina de los Poetas”, en donde se puede ver su lápida, sencilla y austera, tal como quiso el escritor.

Cierto es que nos quedamos cortos con estas pequeñas referencias. Para aquellas personas que estén interesados en el mundo de Charles Dickens, así como su relación con Londres, así como aquellos que quieran acudir a algún evento, tanto en Londres como en Madrid, relacionado con el 200 aniversario del nacimiento de Charles Dickens, os dejamos una serie de enlaces para vuestro interés:

LONDRES

–    Página oficial sobre Charles Dickens
–    Charles Dickens Museum
–    BritishLibrary
–    Museum of London: Exposición “Dickens y Londres”


MADRID

–   Biblioteca Nacional de España: Obras expuestas sobre Charles Dickens

David Gutiérrez Pulido (Ldo. Historia del Arte)

 

Así fue la Ruta de Soria.

Penélope, con su bolso de piel marrón, sus zapatos de charol y su vestido de domingo. Penélope, con su pequeño collar de perlas y su blanca chaqueta. Una Penélope varada, no en una estación con la que no parece contar el pueblo, sino en una Colegiata, que luce un cocodrilo disecado en su entrada, en Berlanga de Duero y esperando la llegada del grupo de la UNED.

Dicen en el pueblo…

Pero eso fue al final del viaje y por eso dejaremos a Penélope, que en realidad se llama Mª Jesús, esperándonos mientras nosotros vamos recorriendo las etapas previas a nuestro encuentro. Y esas etapas previas comenzaron en un lugar en el que con solo oír su nombre se vienen a la cabeza escenas truculentas entre heroicas y gores: Numancia.

Allí comienza la primera ruta del nuevo curso, en Soria,  para descubrir una de esas provincias,  de las que no faltan en este país, que por no encontrarse en las vías principales de los movimientos de gentes atesoran, todavía, riquezas no del todo asaltadas por los ávidos turistas del siglo XXI.

Y hacia Soria salimos en una mañana de sábado que llamaremos otoñal por eso de la fecha del calendario, octubre, pero que parecía más un día de verano y no de los más frescos, en un autobús casi lleno que se terminó de completar cuando recogimos a los amigos que llegaron con sus coches hasta el primer punto de encuentro, el hotel de Soria en el que escenificamos, en esta ocasión por llegar demasiado pronto, una hermosa escena tipo camarote de los hermanos Marx. Y hasta aquí puedo contar.

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Texto. María Peñuela

Fotos. Leonor García

comunicacion@adm.uned.es