El pasado 14 de marzo tuve la oportunidad de sentir satisfacción y orgullo: satisfacción personal por poder conocer una gran obra poética y un orgullo muy profundo por ser amiga y compañera de Santiago.
Todo comenzó hace unos tres años, cuando Santiago me comunicó en una conversación amistosa que había vuelto a escribir de una manera compulsiva y absoluta. Sorpresa, felicidad y afecto de amiga fueron mis primeros sentimientos que se han conjugado estos últimos años hasta que he tenido la oportunidad de conocer por completo su última producción; la presentación de la misma fue señorial, sincera y dulce, sin caer en el halago empalagoso y artificial.
La intervención de nuestra compañera Gloria López Forcén me emocionó cuando citó el vocablo “verbo” como “arjé”, el principio de todo en la palabra. A ello se unieron lecturas de poemas, algunos realmente sorprendentes, excelsos por su calidad literaria, y una emoción muy fuerte me embargó, emoción afectiva, emoción literaria y emoción poética.
A continuación se produjo la intervención del periodista de La Vanguardia, Rafael Lozano, quien nos habló de su obra y el hecho de que se haya dado en dos etapas productivas entre un largo silencio. Santiago, natural, sencillo, como es él, explicó los misterios de la creación poética a través de símiles con otros autores y más tarde aludió a su “escritura automática”. Fue genial cuando dijo: “ni yo mismo entiendo por completo mis poemas”; sonreí, recordé el comentario a mis alumnos -“no pretendas comprender la poesía por completo, siéntela”.
Concluyó su amigo y periodista con la aserción “se trata de una poesía de madurez”. Seguidora de Santiago y de su producción poética, soy consciente de que La poesía es un fondo de agua marina es una obra meditada y serena. La pasión de El anarquista de las bengalas posee la fuerza de los veinte años, el ansia y la necesidad en la que fluye la juventud; sin embargo, ahora estoy ante una producción que nace en una edad reflexiva, intelectiva y con una calidad que estremece a esta lectora: “En el poema vivo. Hacia ti en el poema me construyo”.
Por fin la profesora Mercè Boixareu citó la palabra clave, “olvido”; pensé en Cernuda, en el enigma mágico de dicha palabra y en lo que significa para los que amamos la literatura:
“La poesía nos puebla, nos inunda, nos penetra.// Pertenecemos a la poesía. La tierra es poesía.// Pero está también la noche, y el miedo,// y las fauces del tiempo y el olvido.” (Poema 45 –fragmento-: “La poesía inunda los pasillos, las aulas”.)
Solamente me queda decir que invito a los amantes de la lectura a disfrutar con una obra poética de calidad, a exclamar ¡qué bien escribe!, a deleitarse con la creación humana a través del verbo.
Mª Pilar Ortiz
Profesora tutora de la Facultad de Filología del Centro de la UNED de Barcelona