Comenzamos con buen pie y puntualidad exquisita. Poco antes de las 10 nos encontramos y reencontramos viejos y nuevos amigos a las puertas del Centro Asociado donde nos recibían nuestros anfitriones: Jaume Tortosa y Elena Donderis ,impagables ambos, como quedó patente a lo largo de todo el tiempo que nos dedicaron.
Jaume, coordinador de Extensión, Filólogo, pero sobre todo lector, comenzó por introducirnos en el mundo y en la obra de Chirbes. Y lo hizo con una pasión, una soltura y un conocimiento que cautivaron muy desde el inicio de su no-conferencia. Sus comentarios a la obra del escritor ,azuzaron sin duda, el interés de los entretenidos oyentes. Se refirió Jauma, entre otros muchos aspectos, a cómo el Mediterráneo, esa luz, ese color, ese espacio, configuran el modo de escribir de Chirbes, modelan su literatura. Habló del recuerdo y del paisaje, de la imposibilidad de fijar el recuerdo cuando el paisaje cambia continuamente. Entretenido, el coloquio a que dio lugar. (Muy recomendable el blog de Jaume: lostiposdurostambienleen. Merece la pena detenerse en algunas de sus consideraciones).
Al salir, oh milagro, nos sorprendió alguna lluvia (“¡pero si aquí no llueve nunca!”. Pues eso…) y algunos nos apresuramos a alegrar la mañana de un chino de camino al castillo, comprando unos cuantos paraguas.
En el castillo nos esperaba Isabel, historiadora del ayuntamiento, que a lo largo del hermoso recorrido que había preparado para los ruteros, logró hacer una clara descripción de los orígenes y la importancia de la fortificación y de la ciudad –Danniya- en el Mediterráneo, durante varios siglos. Se refirió Isabel al origen musulmán y a los vestigios romanos destapados en algunas de las múltiples excavaciones realizadas en el entorno; la conquista llevada a cabo por Jaume I y la transformación subsiguiente de los espacios; el palacio construido por el duque de Lerma… Se habló, claro, de la desafortunada expulsión de los moriscos, de la piratería berberisca que obligó a ampliar la fortificación, de la Guerra de Sucesión y el destrozo posterior (la ciudad apoyaba a los vencidos: los borbónicos no tuvieron piedad). En definitiva y como ya se ha dicho, logró que bajásemos del castillo con una idea más precisa de lo que fue y significó una ciudad para muchos casi desconocida.
Los paraguas comprados un rato antes sirvieron para hacer frente al sol inmisericorde que nos acompañó en el descenso, mientras Jaume señalaba los distintos fragmentos de la muralla perfectamente restaurada. (Por cierto, para añadir más realismo a esa inmersión tan natural en el pasado, a mitad de las escaleras interrumpimos la siesta de una pequeña serpiente, tal vez una víbora).
La comida, plenamente mediterránea a todos los niveles: mesa, terraza y calle que podrían aparecer en cualquiera de los muchos pueblos a los que se refiere Chirbes –desde Estambul hasta Bagdag- (fantástico arroz al horno). Aprovechamos ese momento para llevar a cabo las ya tradicionales presentaciones del grupo, cada vez más divertidas, más imaginativas. Y dedicamos un recuerdo a uno de los más clásicos y queridos ruteros, José Manuel Soto, que muy a su pesar no pudo acompañarnos esta vez.
Tras un pequeño –y agradecido- descanso iniciamos el viaje a Valencia, un viaje lleno de interesantes reflexiones de Jaume respecto a la socio- economía de las zonas que atravesábamos ; descripciones de un paisaje ya casi inexistente en el que la marisma ha ido cediendo paso a las “setas” (urbanizaciones, en su denominación). Y de ahí al , puesto que de eso se trataba, de asistir al estreno en Valencia de En la orilla, la novela póstuma del autor, una obra que señala el inicio de una época marcada por la traición y la hipocresía, por la desaparición de valores, por la decadencia de una sobrevenida burguesía de medio pelo que fue laminada por la crisis. Después de la función hubo tiempo para una vuelta de reconocimiento por la noche valenciana.
La mañana del domingo comenzó con el viaje a Beniarbeig y el paseo hasta la casa del escritor. Allí nos recibieron María José y Manolo, sobrinos de Chirbes, que se ocupan de su legado: la biblioteca y la creación de la Fundación que llevará su nombre. Ambos atendieron con verdadera paciencia las múltiples preguntas con las que los asaeteamos; anunciaron, además, la celebración de un próximo congreso , del que daremos noticia en su momento, en torno al autor. Fue un detalle de agradecer que nos abriesen las puertas de una fundación aun en proceso, de una casa que guarda todavía tantos detalles domésticos, íntimos, de su tío. De vuelta al pueblo, el ayuntamiento de Beniarbeig nos obsequió con un suculento almuerzo, que compartieron con nosotros el alcalde y parte de la corporación. Gente encantadora. (Y es que el Centro Asociado de Denia se mueve mucho y bien).
La última etapa de esta ruta transcurrió por el marjal de Pego-Oliva, entre su enorme variedad botánica; no hay lugar aquí para resumir todo lo bien estudiada que Jaume Tortosa tiene también de esa zona: “Ahí, en este exacto lugar –dice señalando el margal- tiene lugar el acto de pesca de la novela”.
Lecturas en el autobús de regreso a Denia y mención también a Mercè Boixareu, que envió un saludo a los viajeros .Y llegamos al final, comida –de nuevo un magnífico arroz- de despedida ( y aquí hay que señalar el descubrimiento para muchos del “café del tiempo”, un café con hielo al que se le añade limón. Delicioso y distinto.
Una ruta más y una nueva dosis de conocimiento que añadir a la mochila del rutero.
Como siempre, un verdadero placer. Atentos a la próxima…
Rocio Martinez.
Más fotos de Jordi Montserrat:
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