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Conmocionado, quiso Urgoitiz rendir homenaje a la memoria de su progenitor, ocurriéndosele la idea de cinchar la base del gigante vegetal donde recibió aquel mazazo con una cadena con la inscripción: «A su querida memoria, 1840-1924». Antes tuvo que comprar el árbol a un maderero que lo tenía marcado para convertirlo en tablones.(El Mundo 17/07/2010)

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