Primeras fotos Ruta Literaria LA ALCARRIA DE CELA

“Viaje a la Alcarria”. El nuestro

Por R. M. S.

A las ocho de la mañana del sábado el horizonte, saliendo de Madrid, era de niebla; antes había tenido lugar el cálido y divertido- reencuentro entre los ruteros.

Jesús de Andrés, director del Centro Asociado y Ángeles Baños, Coordinadora de Cultura, nos esperaban en Guadalajara (sol prudente, en este punto). Tras un corto viaje llegamos a Torija, inicio real de la Ruta. Ahí comenzó todo.

Subida al castillo de Torija e inicio de una mesa redonda con tres invitados de lujo: Pedro Aguilar, Jesús Orea y, muy especialmente, Francisco García Marquina, “el verdadero biógrafo” de Cela ; los tres, profundos conocedores del autor y su obra y autores, asimismo, de obras sobre el autor. Entre los tres tejieron una historia en torno a Cela, a la persona, al personaje y, por supuesto, a la obra que nos convocaba, colorista, real, desapasionada a veces, tan interesante en cualquier caso, que nos dejaron (ahora viene el recurso facilón) con la miel en los labios. Allí se habló del “Viaje a la Alcarria” como uno de los mejores libros de viajes en castellano, del punto de vista del autor sobre la provincia y del interés y el afecto que acabó suscitando en él; se describió el paisaje en la obra, las claves geográficas , los inconvenientes que suscitaron en ocasiones; se comentó el Cela más poeta. Y se trató, claro, “Viaje…” como obra de ficción, una obra que describe y revela al propio autor, luces, sombras y un montón de anécdotas: La literatura es una falsedad que dice siempre la verdad (Paco García Marquina).

Y finalizando la mesa nos fue presentada otra de las acertadísimas elecciones del C.A. de Guadalajara: Arte en Marcha. Laura, Gracia, Nati, Sara, crearon en 2014 este magnífico e indefinible grupo en torno al”Viaje…”, al arte,a la literatura y al gozo; grupo que, partiendo de la ruta señalada en el libro, se ha convertido en uno de los más interesantes y dinamizadores de la zona. A partir de ese momento los hasta ahora ruteros pasamos a ser “viajeros”, nos participaron también su lema –proveniente de una reflexión del libro-: “El viajero tiene su filosofía de andar, piensa que siempre, todo lo que surge, es lo mejor que puede acontecer”.

Arte en Marcha comenzó obsequiándonos con una degustación de infusiones con distintas hierbas de la zona, trufada de lecturas adecuadas a la ingesta, mientras se iniciaba el recorrido por el museo ,único en el mundo dedicado a un único libro, y debido en gran medida a la generosidad y el empeño de García Marquina. Seguían apareciendo amigos del escritor, Delia Cifuentes, Jesús Campoamor… y desgranándose las anécdotas.

Subiendo al autobús, los viajeros recibieron dos libros, “Guía del Viaje a la Alcarria” y “Camilo José Cela. Retrato de un nobel”, del propio Francisco García Marquina.

La parada siguiente fue en la magnífica Brihuega, a la vera del Tajuña, sus casas amarillas enclavadas entre el verde de huertas y jardines; la guía nos mostró la Puerta de la Cadena, ceñida a la muralla, comentó la muy cruenta batalla de Guadalajara librada en sus calles durante la Guerra Civil, y nos condujo a la Real Fábrica de Paños y a sus jardines. La Fábrica es un buen ejemplo de la arquitectura industrial del XVIII, construida de modo circular para posibilitar que el aire alcanzase todos los lienzos, y con una hermosa puerta barroca; desde su jardín se contempla una muy interesante vista de la zona (y los restos de la muralla). Si el frío pudiese convertirse en sonido, sin duda en aquellos momentos sería atronador. Un paseo breve hasta la iglesia de S. Felipe –románico/gótico del XII- con sus coloridos rosetones, y a comer.

Antes de iniciar la siesta en el autobús, Arte en Marcha –verdaderas “trabajadoras” del Viaje a la Alcarria- nos regalaron un nuevo término para emular al “ ¡Feliz Camino”de los peregrinos a Santigo: el nuestro iba a ser “Feliz Camilo!” a partir de entonces, más acorde sin duda, a nuestra aventura.

Llegada a Cifuentes, atardecer, paseo silencioso por sus calles vacías roto de cuando en cuando por alguna lectura, suenan las campanas. Nos acercan a la calle del Cristo de la Repolla, recibimos la historia en medio de las consabidas bromas.

Estremecedora con esa luz, la bellísima iglesia de S. Salvador, románico, gótico, barroco; naves austeras estrechándose con la última luz de la tarde; divertida historia celiana del cura rescatando su púlpito (que no era cualquier cosa, barroco del XV) . Algunos viajeros compran miel y bizcochos borrachos…

Regreso a Guadalajara entre comentarios y textos magníficamente seleccionados por nuestras artísticas acompañantes (como fue durante todo el viaje). Hasta ahí, fuimos hurtando la lluvia.

Y como se daba la feliz coincidencia de nuestro viaje con el “Fin de Semana de la Tapa”, los más arriesgados –la mayoría- decidieron acercarse al centro y enfrentarse a lo que hubiese. Más o menos por entonces se desataron los cielos. El regreso al hotel fue muy mojado.

El domingo amaneció con un sol tan tenue que apenas aguantó hasta Budia. Las componentes de Arte en Marcha nos habían preparado una rifa celiana en el autobús (remedo de la que el autor presenció en el tren al comienzo de su viaje). Se sortearos tarros de miel alcarreña.

Ya en Budia, nos mostraron el calabozo en el que, según refleja el “Viaje…” el autor, pasó toda una noche. Aunque haya acreditadas opiniones que lo ponen en duda, a los viajeros, en realidad, les da lo mismo.

Iniciamos la tranquila caminata que nos condujo por el monte entre nubes, claros, y el constante perfume del campo alcarreño, hasta el Olivar. Algunos viajeros aprovecharon para mantener entretenidas conversaciones cuasi-filosóficas. Sin desfallecimientos.

El Olivar resultó ser un pueblo pequeño, recogido y silencioso, típica arquitectura alcarreña, en el que las casas parecen recién restauradas, en perfecto estado de revista, rodeadas de pequeños y cuidados jardincillos; un pueblo que, como nos explicaron, funciona en realidad como lugar residencial. Un bonito lugar en el que nos esperaba Teresa con su pequeño puesto de productos artesanales bajo los soportales, repleto de preciosos y diminutos jabones y productos para la piel realizados con aceite y miel (el aceite tiene fama en la localidad).

Otro paseo, esta vez muy corto, nos acercó al pantano de Entrepeñas, con las Tetas de Viana al fondo avistadas a lo lejos entre la niebla azul.

Y así fue llegando la última etapa de nuestro viaje, Pastrana, donde otra guía nos recibía para mostrarnos el Palacio Ducal mientras explicaba la historia oficial –contestada por algunas de las viajeras- de la Princesa de Éboli y su desafortunado fin. La última, o más bien penúltima, actuación (que no performance, como quedó bien claro a lo largo de esta Ruta), a cargo de nuestras guías de lujo, fue un acto poético,” Éboli”. Los viajeros todavía tuvieron tiempo de pasear la Plaza de la Hora y las antiguas calles pastraneras antes de comer.

La última comida de este viaje fue la de presentación y despedida. Nos acompañaba Mercè Boixareu, verdadera alma mater e impulsora incansable de esta actividad, que resumió brevemente la historia de estas rutas; a continuación los viajeros fueron presentándose uno a uno, nombre, procedencia y lo que les había llevado allí. En algún momento fue emotivo.

Regresamos a Guadalajara entre el aroma a tomillo, espliego, lavanda, con el que Arte en Marcha fue envolviendo el autobús, arropando las últimas palabras del Nobel. Fin de trayecto.

Cada ruta es distinta, singular, y casi todas tienen algún punto de magia; ésta estuvo repleta.

Los avezados viajeros, recuperan su condición de ruteros de nuevo.

 

Durante la ruta de este fin de semana, algunas personas comentaron que les gustaría volver en otra ocasión para conocer la ciudad de Guadalajara, ya que en esta ruta no había tiempo para visitarla. En el siguiente enlace están algunas de las mejores visitas que se pueden hacer:

http://www.elmundo.es/viajes/espana/2017/03/27/58887aede2704e8d6c8b4652.html

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